martes, 22 de diciembre de 2015

El porqué del control de poblaciones

Este post me lo ha inspirado una tragedia que, aunque dicen era necesaria, sigue siendo una tragedia, la matanza de 700 koalas en Australia por sobrepoblación y remediar la desnutrición que sufrían los animales.

Como bien indica el título, el control de poblaciones  solo surge cuando todo, desde un principio, va mal. Para empezar, la naturaleza está siempre en equilibrio, las especies se controlan unas a otras y nunca hay exceso de ningún animal. Cuando hay muchos depredadores, disminuye la población de presas y los depredadores tienen menos alimento y mueren de hambre; cuando hay muchas presas, los depredadores tienen más alimento y se comen a más presas, y así se tiende al equilibrio.

Cuando la población de uno de ellos se altera,
 todo el ecosistema se desequilibra.
La mayoría de las veces el control de las poblaciones se realiza sobre animales herbívoros. ¿Por qué? Pues porque la población de los animales aumenta demasiado debido a que los humanos han reducido o exterminado a sus depredadores, como en el caso de los animales australianos como canguros y koalas, lugar en que los grandes depredadores han desaparecido por completo, o porque se han introducido en un ambiente que no les pertenece y están quitando espacio a las especies autóctonas y dañando gravemente el ecosistema local, como en el caso de la rana toro, las ovejas, las ratas o los zorros. Asimismo, también son numerosos en España los casos de jabalís que acaban llegando a las afueras de las ciudades por falta de alimento. 

Hay diferentes formas de evitar la exterminación: reintroducir a sus depredadores naturales en las áreas desequilibradas, poner más vigilancia en vehículos y viajeros para evitar la introducción de especies foráneas, impedir su reproducción mediante castración... Personalmente, la opción que más me gusta es la primera ya que se hacen un bien enorme, al reequilibrarse el ecosistema, algo muy necesario para el mundo humanizado actual porque hemos alterado la mayoría, por no decir todos, de los ecosistemas.

Pero, ¿dónde está el problema? Pues en que no queremos vivir rodeados de depredadores que, aunque hagan un favor al ecosistema, pueden amenazar la seguridad de las personas de la zona. ¿Cuántas veces ha cundido el pánico por un carnívoro hambriento y desorientado cerca de una ciudad? Esto puede hacer que la gente se muestre reticente a repoblar zonas con estos animales.




Por otra parte, la castración también es muy importante para, por ejemplo, reducir o acabar con las comunidades de gatos asilvestrados que a veces se generan cerca de zonas urbanas sin tener que exterminarlos, algo a lo que muchos se oponen por la crueldad de la acción.

Y, por último, se encuentra la erradicación de especies invasoras, que suelen adueñarse de un ecosistema ajeno a ellos porque tiene unas condiciones propicias para ellos y terminan desplazando a las especies locales, como es el caso del conejo y la oveja en Australia, donde ya son una plaga.

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